Cada noche esperaba con ansia tu presencia, esa presencia que irradiaba una luz hermosa y brillante que aparecía para iluminar mis noches en medio de tanta oscuridad, esa luz que llenaba mi vida de placer y que me enseñaba día a día que había valido la pena todo lo sufrido por que al final siempre estabas tú. Noche a noche nos entregábamos el alma y compartíamos nuestras vidas, nuestros sueños, anhelos y secretos, esos secretos de los que sólo la luna fue testigo.
Derepente esa luz que había iluminado mis noches por tanto tiempo iba desapareciendo, voltee la mirada y vi a lo lejos la brillantes de aquella mujer que siempre había estado llena de noches oscuras y que ahora brillaba por que tú estabas ahi para iluminarla; fue entonces cuando aquellos pequeños restos que quedaban de esa luz que alguna vez fue mía desaparecieron por completo y desde entonces mis noches se volvieron solas, tristes y frías; por ello ahora me encuentro de nuevo en medio de la oscuridad esperando esa otra luz que llegara a iluminar de nuevo cada una de mis noches.
Por ahora sólo tengo la satisfacción de haber aprovechado esa gran luz que un día me brindaste y que hizo más plena mi existencia.
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